SEDUCTOR: EL LIBERTINO

Una mujer nunca se siente suficientemente deseada y apreciada. Quiere atención, pero demasiado a menudo él hombre es distraído e insensible. El libertino es una de las grandes figuras de la fantasía femenina: cuando desea a una mujer, por breve que pueda ser ese momento, irá hasta el fin del mundo por ella. Puede ser infiel, deshonesto y amoral, pero eso no hace sino aumentar su atractivo. A diferencia del hombre decente normal, el libertino es deliciosamente desenfrenado, esclavo de su amor por las mujeres. Está además él señuelo de su reputación: tantas mujeres han sucumbido a él que debe haber un motivo. Las palabras son la debilidad de una mujer, y él es un maestro del lenguaje seductor. Despierta el ansia reprimida de una mujer adaptando a ti la combinación de peligro y placer del libertino. (Robert Greene)



En principio podría parecer extraño que un hombre visiblemente deshonesto, infiel y sin interés en el matrimonio atraiga a una mujer. Pero a lo largo de la historia, y en todas las culturas, este tipo ha tenido un efecto implacable. El libertino ofrece lo que la sociedad no permite normalmente a las mujeres: una aventura de placer absoluto, un excitante roce con el peligro. Una mujer suele sentirse agobiada por el papel que se espera de ella. Se supone que debe ser una delicada fuerza civilizadora de la sociedad, y anhelar compromiso y lealtad de por vida. Pero, a menudo, su matrimonio y relaciones no le brindan romance ni devoción, sino rutina y una pareja invariablemente distraída. Es por eso que persiste la fantasía femenina de un hombre capaz de entregarse por entero; un hombre que viva para la mujer, así sea sólo un instante.
Este reprimido lado oscuro del deseo femenino halló expresión en la leyenda de Don Juan. Al principio, esta leyenda fue una fantasía masculina: el caballero audaz que podía tener todas las mujeres que quisiera. Pero en los siglos XVII y XVIII, Don Juan transitó lentamente del aventurero masculino a una versión más feminizada: un hombre que sólo vivía para las mujeres. Esta evolución fue producto del interés de las mujeres en ese argumento, y resultado de sus deseos frustrados. El matrimonio era para ellas una forma de servidumbre por contrato; pero Don Juan ofrecía placer por el placer mismo, un deseo sin condiciones. Cuando una mujer se cruzaba en su camino, él no pensaba más que en ella.
Su deseo era tan fuerte que ella no tenía tiempo de pensar ni preocuparse por las consecuencias. Él llegaba de noche, concedía un momento inolvidable y desaparecía. Quizá para entonces ya había conquistado a miles de mujeres, pero eso no hacía sino volverlo más interesante; el abandono era mejor que no ser deseada por un hombre así. Los grandes seductores no ofrecen los apacibles placeres que la sociedad aprueba. Tocan el inconsciente de una persona, los deseos reprimidos que claman por ser liberados. No creas que las mujeres son las criaturas frágiles que a algunos les gustaría que fueran. Como a los hombres, también a ellas les atrae enormemente lo prohibido, lo peligroso, incluso lo un tanto perverso. Recuerda siempre: para actuar como libertino, debes transmitir una sensación de oscuridad y riesgo, con objeto de sugerir a tu víctima que participa de algo raro y estremecedor —una oportunidad para satisfacer sus propios deseos lascivos.
Para actuar como libertino, el requisito más obvio es la capacidad de soltarte, de atraer a una mujer al periodo puramente sexual en que pasado y futuro pierden sentido. Debes poder abandonarte al momento. (Cuando el libertino Valmont —basado en el duque de Richelieu —, en la novela epistolar de Lacios del siglo XVIII, Las amistades peligrosas, escribe cartas evidentemente calculadas para tener cierto efecto en su víctima selecta, Madame de Tourvel, ella adivina a todas luces sus intenciones; pero cuando esas cartas la hacen arder de pasión, empieza a ceder.) Un beneficio adicional de esta cualidad es que te hace parecer incapaz de controlarte, muestra de debilidad que agrada a una mujer. Al abandonarte a la seducida, le haces creer que sólo existes para ella, sensación que refleja una verdad, por temporal que sea. La mayoría de las centenas de mujeres que Pablo Picasso, consumado libertino, sedujo al paso de los años tuvieron la sensación de ser las únicas que él en verdad amaba. 
Al libertino jamás le preocupa que una mujer se le resista, ni, en realidad, ningún otro obstáculo en su camino: un marido, una barrera física. La resistencia no hace otra cosa
que espolear su deseo, incitarlo aún más. Cuando Picasso seducía a Francpise Gilot, le rogó que se resistiera; necesitaba resistencia para incrementar la emoción. En todo caso, un obstáculo en tu camino te brinda la oportunidad de demostrar tu valía, tanto como la creatividad que pones en las cosas del amor. En la novela japonesa del siglo XI, La historia de Genji, de la dama de la corte Murasaki Shikibu, al libertino príncipe Niou no le inquieta la repentina desaparición de Ukifune, la mujer que ama. Ella ha huido porque, aunque interesada en el príncipe, está enamorada de otro hombre; sin embargo, su ausencia permite a Niou hacer hasta lo indecible por encontrarla. Su súbita aparición para arrebatarla hacia una casa en lo hondo del bosque, y el valor que muestra al hacerlo, la apabullan. Recuerda: si no enfrentas resistencias y obstáculos, debes crearlos.
La seducción no puede avanzar sin ellos. El libertino es una personalidad extrema. Descarado, sarcástico e ingenioso, lo que piensen los demás no le importa. Paradójicamente, esto no hace sino volverlo más seductor. En la cortesana atmósfera de Hollywood, en la época del imperio de los estudios, cuando la mayoría de los actores se portaban como borreguitos, el gran libertino Errol Flynn destacó por su insolencia. Desafiaba a los directores de los estudios, hacía bromas inmoderadas y se deleitaba en su reputación de supremo seductor de Hollywood, todo lo cual aumentó su popularidad. El libertino precisa de un telón de fondo convencional —una corte anquilosada, un matrimonio aburrido, una cultura conservadora— para brillar, para ser apreciado por la bocanada de aire fresco que aporta. Jamás te preocupes por excederte: la esencia del libertino es llegar más lejos que nadie.
Cuando el conde de Rochester, el libertino, además de poeta, más famoso de Inglaterra en el siglo XVU, raptó a Elizabeth Malet, una de las damas jóvenes más asediadas de la corte, se le castigó debidamente. Pero he aquí que, años después, la joven Elizabeth, aunque cortejada por los mejores partidos del país, eligió a Rochester por esposo. Al exhibir su atrevido deseo, él se distinguió del montón. (Robert Greene)


SEDUCTORA: LA SIRENA

A un hombre suele agobiarle en secreto el papel que debe ejercer: ser siempre responsable, dominante y racional. La sirena es la máxima figura de la fantasía masculina porque brinda una liberación total de las limitaciones de la vida. En su presencia, siempre realzada y sexualmente cargada, el hombre se siente transportado a un mundo de absoluto placer. Ella es peligrosa, y al perseguirla con tesón, el hombre puede perder el control de sí, algo que ansia hacer. La sirena es un espejismo: tienta a los hombres cultivando una apariencia y actitud particulares. En un mundo en que las mujeres son, con frecuencia, demasiado tímidas para proyectar esa imagen, la sirena aprende a controlar la libido de los hombres encarnando su fantasía. (Robert Greene)







La sirena es la seductora más antigua de todas. Su prototipo es la diosa Afrodita — está en su naturaleza poseer una categoría mítica—, pero no creas que es cosa del pasado, o de leyenda e historia: representa la poderosa fantasía masculina de una mujer muy sexual y extraordinariamente segura y tentadora que ofrece interminable placer junto con una pizca de peligro. En la actualidad, esta fantasía atrae con mayor fuerza aún a la psique masculina, porque hoy más que nunca el hombre vive en un mundo que circunscribe sus instintos agresivos al volverlo todo inofensivo y seguro, un mundo que ofrece menos posibilidades de riesgo y aventura que antes. En el pasado, un hombre disponía de salidas para esos impulsos: la guerra, altamar, la intriga política. En el terreno del sexo, las cortesanas y amantes eran prácticamente una institución social, y brindaban al hombre la variedad y caza que ansiaba. Sin salidas, sus impulsos quedan encerrados en él y lo corroen, volviéndose aún más explosivos por ser reprimidos. A veces un hombre poderoso hará las cosas más irracionales, tendrá una aventura cuando eso es lo menos indicado, sólo por la emoción, por el peligro que implica. Lo irracional puede ser sumamente seductor, y más todavía para los hombres, que siempre deben parecer demasiado razonables.
Si lo que tú buscas es fuerza de seducción, la sirena es la más poderosa de todas. Opera sobre las emociones básicas de un hombre; y si desempeña de modo apropiado su papel, puede transformar a un hombre normalmente fuerte y responsable en un niño y un esclavo. La sirena actúa con especial eficacia sobre el tipo masculino rígido —el soldado o héroe—, como Cleopatra trastornó a Marco Antonio y Marilyn Monroe a Joe DiMaggio. Pero no creas que ese tipo es el único que la sirena puede afectar. Julio César era escritor y pensador, y había transferido su capacidad intelectual al campo de batalla y la esfera política; el dramaturgo Arthur Miller cayó bajo el hechizo de Marilyn tanto como DiMaggio. El intelectual suele ser el tipo más susceptible al llamado de placer físico absoluto de la sirena, porque su vida carece de él. La sirena no tiene que preocuparse por buscar a la víctima correcta. Su magia actúa sobre todos.
Antes que nada, una sirena debe distinguirse de las demás mujeres. Ella es rara y mítica por naturaleza, única en su grupo; es también una valiosa presea por arrebatar a otros hombres. Cleopatra se diferenció por su intenso sentido teatral; el recurso de la emperatriz Josefina Bonaparte fue la languidez extrema; el de Marilyn Monroe, la indefensión infantil. El físico brinda las mejores oportunidades en este caso, ya que la sirena es eminentemente un espectáculo por contemplar. Una presencia acentuadamente femenina y sexual, aun al extremo de la caricatura, te diferenciará de inmediato, pues la mayoría de las mujeres carecen de seguridad para proyectar esa imagen. (Robert Greene)

LA PERSONALIDAD SEDUCTORA

Todos poseemos fuerza de atracción, la capacidad para cautivar a la gente y tenerla a nuestra merced. Pero no todos estamos conscientes de este potencial interior, e imaginamos la atracción como un rasgo casi místico con el que nacen unos cuantos selectos y que el resto jamás poseeremos. Sin embargo, lo único que tenemos que hacer para explotar ese potencial es saber qué apasiona naturalmente, en el carácter de una persona, a la gente y desarrollar esas cualidades latentes en nosotros.

Los casos de seducción satisfactoria rara vez empiezan con una maniobra o plan estratégico obvios. Esto despertaría sospechas, sin duda. La seducción satisfactoria comienza por tu carácter, tu habilidad para irradiar una cualidad que atraiga a la gente y le provoque emociones que no puede controlar. Hipnotizadas por tu seductora personalidad, tus víctimas no advertirán tus manipulaciones posteriores. Engañarlas y seducirlas será entonces un juego de niños. Existen nueve tipos de seductores en el mundo. Cada uno de ellos posee un rasgo de carácter particular venido de muy dentro y que ejerce una influencia seductora. Las sirenas tienen energía sexual en abundancia y saben usarla.

Los Libertinos adoran insaciablemente al sexo opuesto, y su deseo es contagioso. Los amantes ideales poseen una sensibilidad estética que aplican al romance. Los dandys gustan de jugar con su imagen, creando así una tentación avasalladora y andrógina. Los cándidos son espontáneos y abiertos. Las coquetas son autosuficientes, y poseen una frescura esencial fascinante. Los encantadores quieren y saben complacer: son criaturas sociales. Los carismáticos tienen una inusual seguridad en sí mismos. Las estrellas son etéreas y se envuelven en el misterio.

Es necesario que identifiques la clave para el desarrollo de tus poderes de atracción. Supongamos que tiendes a la coquetería. La coqueta te enseñará a confiar en tu autosuficiencia, y a alternar vehemencia y frialdad para atrapar a tus víctimas. También te enseñará a llevar más lejos tus cualidades naturales, para convertirte en una gran coqueta, el tipo de mujer por la que los hombres peleamos. Sería absurdo ser tímido teniendo una cualidad seductora. 

Un libertino desenvuelto fascina, y sus excesos se disculpan, pero uno desganado no merece respeto. Una vez que hayas cultivado tu rasgo de carácter sobresaliente, añadiendo un poco de arte a lo que la naturaleza te dio, podrás desarrollar un segundo o tercer rasgo, con lo que darás a tu imagen más hondura y misterio. 

El Arte de la Seducción de Robert Greene



El Arte de la Seducción

Hace miles de años, el poder se conquistaba principalmente mediante
la violencia física, y se mantenía con la fuerza bruta. No había
necesidad de sutileza; un rey o emperador debía ser inmisericorde.
Sólo unos cuantos selectos tenían poder, pero en este esquema de cosas
nadie sufría más que las mujeres. No tenían manera de competir,
ningún arma a su disposición con que lograr que un hombre hiciera lo
que ellas querían, política y socialmente, y aun en el hogar.
Claro que los hombres tenían una debilidad: su insaciable deseo de
sexo. Una mujer siempre podía jugar con este deseo; pero una vez que
cedía al sexo, el hombre recuperaba el control. Y si ella negaba el
sexo, él simplemente podía voltear a otro lado, o ejercer la fuerza.
¿Qué había de bueno en un poder tan frágil y pasajero? Aún así, las
mujeres no tenían otra opción que someterse. Pero hubo algunas con
tal ansia de poder que, a la vuelta de los años y gracias a su enorme
inteligencia y creatividad, inventaron una manera de alterar
completamente esa dinámica, con lo que produjeron una forma de
poder más duradera y efectiva.
Esas mujeres —como Betsabé, del Antiguo Testamento; Helena de
Troya; la sirena china Hsi Shi, y la más grande de todas, Cleopatra—
inventaron la seducción. Primero atraían a un hombre por medio de
una apariencia tentadora, para lo que ideaban su maquillaje y
ornamento, a fin de producir la imagen de una diosa hecha carne. Al
exhibir únicamente indicios de su cuerpo, excitaban la imaginación de
un hombre, estimulando así el deseo no sólo de sexo, sino también de
algo mayor: la posibilidad de poseer a una figura de la fantasía. Una
vez que obtenían el interés de sus víctimas, estas mujeres las inducían
a abandonar el masculino mundo de la guerra y la política y a pasar
tiempo en el mundo femenino, una esfera de lujo, espectáculo y placer.
También podían literalmente descarriarla, llevándolas de viaje, como
Cleopatra indujo a Julio César a viajar por el Nilo. Los hombres se
aficionaban a esos placeres sensuales y refinados: se enamoraban. Pero
después, invariablemente, las mujeres se volvían frías e indiferentes, y
confundían a sus víctimas. Justo cuando los hombres querían más, les
eran retirados sus placeres. Esto los obligaba a perseguirlos, y a
probarlo todo para recuperar los favores que alguna vez habían
saboreado, con lo que se volvían débiles y emotivos. Los hombres,
dueños de la fuerza física y el poder social —como el rey David, el
troyano París, Julio César, Marco Antonio y el rey Fu Chai—, se veían
convertidos en esclavos de una mujer.
En medio de la violencia y la brutalidad, esas mujeres hicieron de la
seducción un arte sofisticado, la forma suprema del poder y la
persuasión. Aprendieron a influir en primera instancia en la mente,
estimulando fantasías, logrando que un hombre siempre quisiera más,
creando pautas de esperanza y desasosiego: la esencia de la seducción.
Su poder no era físico sino psicológico; no enérgico, sino indirecto y
sagaz. Esas primeras grandes seductoras eran como generales que
planeaban la destrucción de un enemigo; y, en efecto, en descripciones
antiguas la seducción suele compararse con una batalla, la versión
femenina de la guerra. Para Cleopatra, fue un medio para consolidar
un imperio. En la seducción, la mujer no era ya un objeto sexual
pasivo; se había vuelto un agente activo, una figura de poder.

El Arte de la Seducción - Robert Greene


Principio de la Unanimidad

Llegar a convencer a mucha gente para que piense "como todo el mundo"; creando una falsa impresión de unanimidad. 

El artista de la propaganda tiene la misión de convencer a las personas y a la masa popular de que está pensando como todo el mundo piensa. 

Es necesario plantar en el pensamiento colectivo una falsa creencia de unanimidad. Es decir, que todas las decisiones y opiniones son aceptadas por todos los miembros y personas de la masa popular. 


Principio de la Transfusión

Operar siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea, una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.


Toda idea puede surgir de una raíz mitológica, o bien, de una lucha histórica bien marcada en las comunidades o las sociedades. Toda lucha histórica contiene ingredientes de odios, rechazos, explotación, sometimiento, degeneración, etc. Las masas populares, transmiten su mitos y sus luchas históricas a sus generaciones posteriores. Es aquí, donde se encuentra el sustrato para la propaganda de nuestra idea, nuestra causa.


Principio de la Silenciación

Silenciar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario.


Cuando un tema se sale de control, es necesario acallarlo o silenciarlo con una contra-programación, es decir, disimulando o maquillando los argumentos para que sea mas digerible en la atención de las masas populares.

Para la aplicación del principio de silenciación es necesario contar con la alianza y complicidad de los medios de comunicación social. Ellos representan al cuarto poder.



Principio de la Verosimilitud

Construir argumentos a partir de fuentes diversas.

En el proceso de crear propaganda, es indispensable, elaborar los llamados globos de interés,  sondas de atención o sondeos de opinión para descubrir betas o fuentes de alimentación a nuestra idea, nuestra causa, nuestro proceso.

En las masas populares están contenidas las fuentes más diversas para generar propaganda favorable a nuestra causa, nuestro proceso. Para ello, solo es necesario lanzar globos o sondas y ver cuales atraen la mayor atención e interés de las masas populares. 



Principio de Renovación

Emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa
Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. 

Los mensajes, las informaciones y las noticias tienen que refrescarse continuamente, es necesario capturar la atención y el interés de las masas populares en nuestras ideas, nuestros argumentos.

Las reacciones del enemigo deben andar a paso de tortuga en relación a nuestro ritmo de propaganda. Es necesario hacer creer a las masas populares que el enemigo, la oposición, es una grave amenaza, un peligro para el proceso que manejamos.



Principio de Orquestación

Habla, habla, habla... que algo quedará; cuánto más hables de una idea, más gente te creerá.

La propaganda es el arte de hacer conocer algo con el fin de atraer seguidores, adeptos y consumidores.

La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite mil veces, acaba por convertirse en verdad en la mente de la persona".

Téngase en cuenta que más vale un argumento que no puede ser desvirtuado que una verdad inverosímil.
 

Principio de la Vulgarización

La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

Toda propaganda debe ser popular, es necesario adaptar el mensaje con un contenido tan comprensible que llegue hasta la persona con menor nivel de inteligencia.

Los mensajes, los argumentos deben ser simples de absorber, el objetivo es llegar con el mensaje hasta los individuos con menor preparación educativa e intelectual. 

Cuanto más grande sea la masa popular a convencer, más pequeño es el esfuerzo mental para elaborar el mensaje y propagarlo.

Téngase en cuenta que a las masas populares les fascina el lenguaje de comunicación vulgar. Aquí radica la clave para que las propagandas sean simples y vulgares.


Principio De La Exageración Y Desfiguración

Convertir cualquier argumento del enemigo, por más pequeño que sea, en una amenaza grave.

Es necesario magnificar y amplificar los errores, los defectos, y las equivocaciones del adversario, por más insignificante que parezca.

Las declaraciones, denuncias públicas y argumentos del enemigo deben amplificarse como una grave amenaza en la atención y el interés de las masas populares. En el proceso de amplificar, es necesario exagerar las cosas y las situaciones en favor de uno y en detrimento del opositor. 

Las masas populares no tienen memoria de largo plazo, pero si tienen memoria de corto plazo, una amenaza grave por parte del enemigo es un peligro que debe ser combatido, minimizado y hasta eliminado.





Principio de la Transposición

Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".


Los adversarios, los opositores siempre están luchando para mostrar los defectos, los errores, las equivocaciones por cualquier medio de comunicación social. Es inevitable, traspasar la carga de culpa y responsabilidad de los errores al adversario, al opositor. 

Si el adversario ataca, tienes que atacar diez veces más a su frontis, responder el ataque con mayor fuerza y agresividad. 

Si las noticias malas son inevitables y llegan a las masas populares; es necesario inventar noticias malas que den entretenimiento al interés colectivo.  


Principio del Método de Contagio

Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

Quien no está contigo, está contra tí.
El que no es amigo, es enemigo; el enemigo es el principal culpable de los sucesos y eventos negativos y desastrosos.



Principio de Simplificación y del Enemigo Unico

"Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo"

Agrupar a todos los enemigos, adversarios, opositores y traidores en un solo concepto, idea o etiqueta que los represente e identifique. 

Es más simple y manejable la lucha contra una sola idea o etiqueta que luchar contra miles de ideas o etiquetas.  


Transformar lo Impopular en Popular: La Estrategia de Diferir

Algunas medidas políticas de orden económico, social, cultural y ambiental pueden ser consideradas impopulares en el estudio o sondeo de opiniones. A nadie le gusta ser impopular; no obstante, muchas medidas políticas pueden ser catalogadas como impopulares. Para transformar lo IMPOPULAR en POPULAR es necesario presentar la medida como "dolorosa pero necesaria" sin exigir mucho sacrificio de las masas populares. 

La estrategia se basa en aplicar medidas graduales que no representan UNA GRAN amenaza, peligro y sacrificio para las masas populares en el momento de su ejecución; ésta simple táctica permite iniciar el proceso de transformar lo IMPOPULAR en POPULAR; la aceptación pública, todo ello basado en el compromiso de un SACRIFICIO FUTURO.

Las personas, las comunidades, las sociedades están dispuestas a aceptar un sacrificio futuro a un sacrificio inmediato. Asimismo están dispuestas a aceptar varias medidas urgentes pero necesarias para afrontar un sacrificio futuro. Tenga presente que las masas populares esperan ingenuamente que "todo mejorará mañana" y que las medidas dolorosas pero necesarias son aceptablemente buenas y es necesario adaptarse, acostumbrarse y continuar adelante; este es el proceso de resignación.  


Aceptar lo Inaceptable: La Estrategia de la Gradualidad

En entornos políticos, económicos, sociales, ambientales se presentan medidas, normas o códigos que deben ser aceptados por las personas, las comunidades, las sociedades... aún en circunstancias que éstas medidas o normas parezcan inaceptables a primera impresión.

La estrategia para lograr la aceptación de medidas, normas, leyes o códigos que parecen inaceptables consiste en aplicar una simple regla: divide para gobernar. Si no puedes dividir apriori a las masas objetivas, es necesario dividir las medidas, las normas, las leyes, los códigos en partes más pequeñas, éstas serán aceptadas gradualmente con una seductora estrategia de bienestar y crecimiento social.

La aplicación de la estrategia de la gradualidad contempla que si el TODO es inaceptable; es necesario elaborar, trabajar y dividir el TODO en partes PEQUEÑAS para que sean aceptables. Es necesario calcular el tiempo de introducción de las partes PEQUEÑAS  para hacer que el TODO este implementado en un lapso de tiempo definido con antelación.

Crear Problemas, Ofrecer Soluciones: Estrategia PS

La estrategia mediática: Crear Problemas, Ofrecer Soluciones como un ciclo contínuo de entretenimiento para las personas, las comunidades y las sociedades es una alternativa innovadora como eje temático para capturar de manera permanente la atención y el interés del público en relación a nuestras noticias como medio de comunicación social.




En la aplicación práctica, se requiere de una perspectiva observadora bastante sutil, audaz y sensible en el foco de atención de las masas objetivas que constituyen nuestro público. Esta es la fuente para la innovación mediática puesto que de la sensibilidad de las masas objetivas es posible identificar varios temas, o conflictos o problemas sociales que vendrán a constituirse en fuente para la creación de problemas. Una vez posicionado los problemas creados en la atención, el interés y la mente de las personas, las comunidades.... es necesario explotar el escenario por un determinado lapso de tiempo; posteriormente debemos trabajar y elaborar soluciones elegantes, altamente altruistas y humanas para brindar a nuestro público el entretenimiento que busca en cada momento. Y con estos simples pasos, nuestra estrategia se convierte en un ciclo contínuo para la generación, producción y explotación de entretenimiento mediático.

Es lógico deducir que varios estrategas tienen el instinto para generar estrategias PS, por ejemplo: la inseguridad ciudadana como un problema social candente. O bien, el enriquecimiento lícito con fondos públicos por parte de políticos del oficialismo... y así, la lista temática de problemas es interminable.





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